DÍA INTERNACIONAL DE LOS HUMEDALES

01.02.2012 10:24

Día Internacional de los Humedales, un día para pensar en los 'riñones' de la Tierra Si la mayoría de las personas fueran conscientes de su importancia, y entendieran su función vital para la vida, tal vez se realizarían protestas cada vez que alguien atentara contra uno.

Algunos los llaman los supermercados ecológicos porque allí se concentran enormes eslabones de vida animal. Son también como centros recreacionales para las aves migratorias que huyen del frío del Ártico, y que aterrizan en ellos para pasar una buena temporada de verano.

Pero otros los han calificado como los riñones de la Tierra, ya que funcionan como motores de alto rendimiento que regulan los ríos, estabilizan el clima, resguardan la vida de millones de peces, filtran el agua que llega a las poblaciones y frenan inundaciones.

A pesar de todo, en Colombia su protección parece ser un juego de niños. Y por eso, en la nación que se enorgullece frente al mundo al decir que es una de las más biodiversas, estos son los ecosistemas más amenazados.

El país tiene 20 millones de hectáreas de humedales, según el Ministerio de Medio Ambiente. Pero pareciera que se consideraran un error de la naturaleza y son dañados con frecuencia porque, según la ignorancia generalizada, con esto se atenúan inundaciones y se optimizan las condiciones higiénicas del entorno, a lo mejor porque muchos parecen enormes charcos de agua oscura.

El 71 por ciento de esas 20 millones de hectáreas cubiertas por humedales está en la Costa Atlántica, donde aparecen como los más importantes la Depresión Momposina y el complejo del Magdalena Medio y del Río Atrato. Pero también hay otros vitales en la Amazonia, la Orinoquia y en la región Andina.

"Todos tienen algún grado de amenaza por la deforestación, la minería (como ocurre principalmente en el centro del país), la canalización, la construcción de obras de infraestructura y la extracción de petróleo, una actividad que se ha ensañado contra los de Casanare.

A esto se suman las proyecciones económicas que buscan la generación de agrocombustibles a costa de desecar muchos pantanos en la Orinoquia", le explicó a EL TIEMPO José Saulo Usma, coordinador del Programa de Aguadulce del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la más grande organización conservacionista del mundo.
 
Contrario a la opinión generalizada, el experto dice que muchas de las inundaciones que sufre el país anualmente se deben precisamente a su desaparición, porque son como esponjas que retienen parte del cauce de los ríos.

"Y no es que las aguas invadan las casas de la gente, lo que sucede es que mucha gente ha invadido los humedales, que son zonas de amortiguación de los ríos. Es como si la naturaleza se encargara de guardar en ellos agua potable, para que sea usada en verano. Para acumular peces que sostienen la industria, para los acueductos o para la alimentación del ganado, por ejemplo", dijo Usma.

Esas agresiones coinciden con los diagnósticos de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), que indican que casi la totalidad de las especies acuáticas nacionales están bajo algún grado de amenaza. Uno de esos animales simbólicos es el delfín rosado del Amazonas y del Orinoco, que vive y se reproduce en humedales formados por los ríos.

"Aquí se piensa que al secar uno podemos reemplazar la fauna que crece allí con criaderos. Un ejemplo: los criaderos de  bocachico. Entonces instalamos un lugar para su reproducción y nos sentimos felices cuando dicen que de allí se sacan 200 mil alevinos (crías). Pero es que una sola hembra dentro de un humedal produce 2 millones", agregó Usma.

Y no es solo la WWF la que pide cesar los impactos. Lo hace también la Convención Ramsar, firmada en Irán en 1971 y que se convierte hoy en día en el único tratado intergubernamental, respaldado por 158 países, que trabaja por la protección de estos enormes generadores de vida.

La organización ya ha designado como humedales Ramsar, es decir de importancia internacional y vitales para la supervivencia del planeta, 1.755 zonas del mundo. Colombia tiene cuatro incluidos en esa lista: el estuario (desembocadura) del río Magdalena, la laguna de La Cocha, el delta del río Baudó, el sistema de humedales de la laguna del Otún y el sistema lacustre de Chingaza.

Como si se tratara de una súplica global, documentos de esta organización les piden a los gobiernos hacer lo posible por detener inmediatamente los impactos sobre los humedales como condición para mantener la esperanza de la vida humana.

Mientras tanto, e irónicamente, en Colombia no es el Gobierno el que más trabaja. Son las organizaciones ambientales como la Fundación Omacha, que hace esfuerzos en Puerto Nariño (Amazonas) y en Vichada, a través de la reserva Bojonawi, para que la gente aprenda a cuidar estos reservorios de animales.
"El estado de salud de los humedales es directamente proporcional al estado de salud de las comunidades", dice Fernando Trujillo, director de la Fundación Omacha, para validar su trabajo.

WWF tiene trabajos similares en el Eje Cafetero, sobre la cuenca del río La Vieja; en el piedemonte Andino amazónico (vertiente oriental cordillera de los Andes), específicamente en Putumayo y Caquetá, donde está dialogando con la comunidad indígena; y también en los humedales del Casanare, una zona vital que podría ser declarada este año en alguna categoría de protección por la oficina de Parques Nacionales Naturales.

Mientras tanto, la Convención Ramsar lanza hoy lunes, en el Día Internacional, una iniciativa más romántica: una campaña llamada 'Aguas arriba, aguas abajo', que busca hacer conciencia entre la gente sobre la importancia de cuidarlos.

Por ejemplo, los daños generados sobre los humedales en Bogotá también arremeten contra un campesino ribereño de Magangue (Bolívar), o incluso, sobre los pescadores de Cartagena o Barranquilla, porque toda la contaminación allí presente llegará tarde o temprano al mar.

Javier Silva Herrera
REDACCIÓN VIDA DE HOY
Publicación
eltiempo.com
Sección
Medio ambiente
Fecha de publicación
2 de febrero de 2009
Autor

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